Morla de la Valdería es una pedanía del municipio de Castrocontrigo en la comarca de la Valdería, en la provincia de León y como decía y defendía Concha Casado "cada pueblo, por pequeño que sea, tiene una cultura propia que lo hace único". Concha fue quien me contó en repetidas ocasiones el vínculo que tenía este pueblo con sus castaños, ella misma me llevó a visitarlos hace años y me transmitió un cariño especial por ellos, de hecho cuando viene alguien "especial" que siente algo "especial" por lo árboles, les llevamos siempre a visitarlos.
Por cierto a los árboles no se les quiere más abrazándolos o pisando sus raices, más bien todo lo contrario, les hacemos mucho daño, por eso tenlo en cuenta cuando estés visitando un árbol anciano, respétalo y no pises sus raíces porque le estarás haciendo mucho daño, "hay amores que matan", no lo digo yo, lo dice gente que cuida y sanan árboles, como el maestro y médico de los árboles Bernabé Moya y toda La Comunidad de El bosque habitado de Radio 3.

Soy un castaño impresionante, me bautizaron con el nombre de La Castañal Grande de la Llamiella o simplemente me llaman la Castañal Grande, soy un árbol de dimensiones colosales y vivo dentro del pueblo, si te acercas a las escuelas, ahí me encontrarás, mi tronco está ahuecado de forma natural y mi perímetro supera los 11 metros en la parte basal. Mi copa es frondosa, está formada por ramas muy gruesas, una de ellas fue incapaz de aguantar su propio peso y acabó cayéndose al suelo. Soy un monumento vivo, he sobrevivido a muchas historias pero si me abrazas y me pisas me harás mucho daño, si tienes ganas de abrazar a alguien cuando me veas, abraza a quien tengas cerca o busca a un paisano o paisana del pueblo y abrázalo para darle las gracias por cuidarnos tan bien.
Si te das la vuelta, muy cerca de mí verás a la Castañal de los Ñabales, te pido por favor que no la pises ni la abraces, simplemente respétala como a mí.
Es algo menos gruesa que yo pero tiene una copa ligeramente mayor que la mía. Desde el ápice de su tronco hasta la base del mismo verás que tiene una cicatriz, dicha herida la provocó un rayo por los años 90, sufrimos mucho ese día pero al final todo terminó bastante bien, todo el mundo que nos viene a visitar se quedan impresionados y la gente del pueblo nos quieren y nos miman, gracias al sentido comunal de sus paisanos y paisanas sobre nosotros, hemos permanecido en pie por los siglos de los siglos, hemos vivido muchos Concejos, cortejos, riñas, besos, pero como somos ancianos apenas los recordamos ya, también hemos sufrido sustos con el fuego, desgraciadamente seguimos viviendo con ese temor, pero afortunadamente nuestros vecinos humanos nos siguen cuidando y esperamos que generaciones venideras hagan lo mismo.
Irma Basarte10.-

Soy un castaño impresionante, me bautizaron con el nombre de La Castañal Grande de la Llamiella o simplemente me llaman la Castañal Grande, soy un árbol de dimensiones colosales y vivo dentro del pueblo, si te acercas a las escuelas, ahí me encontrarás, mi tronco está ahuecado de forma natural y mi perímetro supera los 11 metros en la parte basal. Mi copa es frondosa, está formada por ramas muy gruesas, una de ellas fue incapaz de aguantar su propio peso y acabó cayéndose al suelo. Soy un monumento vivo, he sobrevivido a muchas historias pero si me abrazas y me pisas me harás mucho daño, si tienes ganas de abrazar a alguien cuando me veas, abraza a quien tengas cerca o busca a un paisano o paisana del pueblo y abrázalo para darle las gracias por cuidarnos tan bien.
Si te das la vuelta, muy cerca de mí verás a la Castañal de los Ñabales, te pido por favor que no la pises ni la abraces, simplemente respétala como a mí.
Ella..
Es algo menos gruesa que yo pero tiene una copa ligeramente mayor que la mía. Desde el ápice de su tronco hasta la base del mismo verás que tiene una cicatriz, dicha herida la provocó un rayo por los años 90, sufrimos mucho ese día pero al final todo terminó bastante bien, todo el mundo que nos viene a visitar se quedan impresionados y la gente del pueblo nos quieren y nos miman, gracias al sentido comunal de sus paisanos y paisanas sobre nosotros, hemos permanecido en pie por los siglos de los siglos, hemos vivido muchos Concejos, cortejos, riñas, besos, pero como somos ancianos apenas los recordamos ya, también hemos sufrido sustos con el fuego, desgraciadamente seguimos viviendo con ese temor, pero afortunadamente nuestros vecinos humanos nos siguen cuidando y esperamos que generaciones venideras hagan lo mismo.
Al árbol le gusta entonar canciones que el viento no recuerda.
Ali Ahmad Said Esber
Post publicado en el periódico digital iLeon.com
Irma Basarte10.-