La leonesa María Concepción Casado Lobato (1920-2016), más conocida como Doña Concha Casado, fue una filóloga y etnógrafa, impulsora de la difusión, recuperación y conservación del patrimonio popular de la provincia de León. Debemos valorar a Concha Casado como figura pionera, no porque no
hubiera ya otras mujeres filólogas en España, sino porque estas posiciones
todavía no habían sido conquistadas de ningún modo por las mujeres, de
hecho, ella fue la primera Directora del Instituto Miguel de Cervantes.
Este año Concha Casado cumpliría 100 años de utopías.
Tanto aquellos maravillosos oficios casi extinguidos, como los palomares tradicionales o el patrimonio popular se han quedado huérfanos sin ella. Desgraciadamente las instituciones a veces dan la impresion de haberse olvidado de ella y de todo lo que consiguió e hizo por nuestra provincia.
Procedente de una antigua familia de vendedores de paños, que sería conocida en la ciudad de León como el establecimiento comercial “Sastrería y Confecciones El Globo”, Concha (nunca quiso ser llamada de otra forma que Concha o Conchita; ni Concepción, ni tampoco Dr.ª Casado) fue la quinta de seis hermanos.
Tras cursar el bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de León,en 1937, finalizada la guerra, Concha inicia la carrera de Filosofía y Letras en Madrid. En los años de la carrera, Concha recibirá sobre todo la influencia de los filólogos Rafael Lapesa y Dámaso Alonso. Una vez licenciada en Filología Románica, este será el director de su tesis doctoral, que culminará en 1947: El habla de la Cabrera Alta: contribución al estudio del dialecto leonés. Será un trabajo que reciba no solo la máxima calificación académica, sino que se publicará al año siguiente en la prestigiosa serie Anejos de la Revista de Filología Español , y al que dedican elogiosas reseñas.
Así pues, la joven Concha, con el fin de acopiar de modo directo los datos básicos para su investigación doctoral, se establece durante seis meses del año 1945 en la comarca leonesa de La Cabrera, acogida por la familia que había sucedido a sus propios abuelos en la habitación de la casa comercio en la localidad de Truchas. No debemos dejar de valorar este trabajo de campo de Concha Casado, empeñada en que los datos obtenidos sobre el habla de los campesinos de la comarca no quedase desligada de las tareas, las creencias, las cosas; en definitiva, la vida entera de que formaba parte.
Su flamante título de doctora la habilita para introducirse en la carrera docente e investigadora, y de hecho ya en 1949 obtiene su primer contrato como Colaboradora Científica del CSIC Dámaso Alonso y Samuel Gili piensan en ella para llevar el Laboratorio de Fonética que había puesto en marcha Navarro Tomás y cuyos fondos se conservaban en el CSIC. Para obtener una capacitación específica en fonética experimental e informarse de las técnicas de laboratorio más actualizadas, Concha Casado es becada para seguir estudios en las universidades de Bonn y París y recibe pensiones para estancias breves en Coimbra, Ámsterdam, Estrasburgo, Edimburgo, Milán y Londres.
En los años cincuenta su carrera se consolida, siendo nombrada Colaboradora Científica por oposición en 1954 (posteriormente ascenderá a Investigadora Científica) y figura, la única mujer, en el Consejo de Redactores de esta Revista de Filología Española en la que la recordamos, dirigida entonces por Dámaso Alonso, revista a la que dedicó muchas horas de trabajo, como Secretaria, hasta el año 1987.
Entre 1955 y 1960 es la Jefa del Departamento de Fonética del Instituto “Miguel de Cervantes” de Filología Hispánica del CSIC. En aquellos años su nombre aparece en la correspondencia de los investigadores del ALPI como la persona que estaba a cargo de los cuestionarios y de las gestiones con la imprenta en el Consejo.
En 1978 con el cambio de régimen, hacen inevitable un cambio total en las estructuras de poder del Instituto del CSIC dedicado a la importante parcela de la lengua española, y es en esta tesitura política en la que una mujer, Concha Casado, es elegida como Directora del Instituto “Miguel de Cervantes”, cargo que ocupará hasta 1985, cuando el Cervantes se integra en el recién creado Instituto de Filología,
ella fue la primera Directora del Instituto Miguel de Cervantes.
Una vez jubilada regresa en 1988 de forma definitiva a su tierra, León, lugar donde sigue plasmando su buen hacer, su vitalidad y sobre todo el amor a la tierra que la vió nacer,
¡ay si los leoneses y leonesas fuésemos como Concha Casado qué bien nos iría en esta provincia!
Además de tareas importantes de restauración de elementos de la arquitectura tradicional en comarcas como La Cabrera, que conllevaban la revitalización de talleres escuela y técnicas de trabajo a punto de desaparecer, pueden contarse una serie de actuaciones museográficas que han conseguido continuidad. La primera de ellas es el Alfar-Museo de Jiménez de Jamuz, inaugurado el 4 de no-viembre de 1994, configurado por la reconstrucción viva (es decir, puesta en funcionamiento) de una antigua alfarería del pueblo, con todos sus útiles de trabajo y la producción de cacharrería típica de la zona.
Estuvo también directamente involucrada en la creación del Museo del Monacato de Carracedo, que se inauguró en 1995.
La Maragatería, junto con La Cabrera, fueron las áreas en que Concha Casado volcó más su actuación personal, y aquí se deben a su iniciativa y a su trabajo tres instituciones museísticas exitosas. El Batán-Museo de Val de San Lorenzo, en cuya rehabilitación Concha, junto con Francisco Azconegui, tuvo un papel definitivo, y que se inauguró en 1998, y el Museo de la Arriería Maragata en Santiagomillas en 1999.
Finalmente, el Museo de La Cabrera, que trata de recoger la vida y cultura tradicional de toda la comarca, abrió sus puertas en 1998.
El 22 de agosto de 2016 me encontraba lejos de León cuando recibí la
noticia que Concha se nos había ido para siempre, los palomares de León
también lloraron su ausencia, aunque ella sigue siendo la Presidenta de
Honor de nuestra
Asociación de Amigos de los Palomares de León. Estoy segura que Concha desde donde esté, estará vigilando los palomares tradicionales y el patrimonio etnográfico de León.
Gracias Concha por ayudarme hacer realidad algunas de mis utopías.
Ella nos enseñó la importancia de la labor de los artesanos,
"a los que se debe valorar y dar continuidad", y de la escuela, "desde donde se deben inculcar los valores".
Concha Casado Lobato
Irma Basarte10.-