Casa lacianiega. Texto y dibujo de Julio Álvarez Rubio Robles de Laciana, a finales del siglo XIX, era un pueblo pequeño asentado en terreno solano. No muy diferente de como se veía allá por el año 1982. A la orilla de su viejo Camino Real, muy próxima a donde arranca el "Calichón del Carbatsín", se alzaba una vetusta casona que, ya hace largo tiempo, desapareció. Al igual que está pasando en la actualidad con los palomares tradicionales de nuestra provincia. Era una de aquellas construcciones en forma de arco, típicas de nuestras montañas, que merecieron viva atención de Julio Caro Baroja, Medina Bravo y antropólogos eminentes. La fachada exterior, sólo rota por algún ínfimo ventanuco destinado a la vigilancia, era opuesta al norte y noroeste. A los montes tras los que escapaba el sol. A las colladas por donde azotaban los vientos. A las cañadas por donde las alimañas acechaban. A los barrancos por donde aullaba el lobo más arriba de la Martiniega. Por contra, la fachada
Un buen libro sin duda, para saber más, un abrazo
ResponderEliminarAhi estaremos.
ResponderEliminarNos vemos por ahi.
ResponderEliminarEnhorabuena Richard.
ResponderEliminarMe ha comentado un pajarín que todo salió genial, la verdad que me alegro un montón Ricardo.
ResponderEliminarNo pude ir porque estaba malina, pero aproveché y me leí el libro, está genial, es de lo más curioso para entender más cosinas de nuestra propia historia, por mucho que traten de manipularla desde Villalar.
Saludines utópicos, Irma.-